12 de noviembre de 2006

El estres en el trabajo

Por Miguel Gonzalez Medina

Hoy en día en las estanterías de las librerías, colocados en zonas preferentes y de fácil acceso para su venta, abundan libros cuya temática es el estrés. El que suscribe estas líneas no pretende realizar un estudio global del mismo –para eso están los expertos-, sino tan sólo, reflexionar sobre una parcela determinada, la del estrés en el trabajo.

En ocasiones, el individuo en su entorno laboral, se percibe incapaz de dar respuesta satisfactoria a las demandas que su puesto le exige. Y es llegado a este punto, cuando habitualmente, la figura del “jefe” surge como blanco de todas las miras. La imagen del déspota autoritario aparece como el único culpable de la lamentable situación del trabajador. Apenas se repara en factores, como el exceso de ruido en el ambiente de trabajo, una deficitaria iluminación, temperatura excesiva, o incluso una monotonía en las actividades a realizar. Todos ellos, pueden conducir a ser agentes extresores. El individuo antes estos aspectos y otros análogos, reacciona de una forma desestabilizadora, permaneciendo en un estado de alerta continua. Y de seguir así podría verse afectados centros de su sistema nervioso, que son los partícipes directos del aprendizaje y de la memoria. Llegados a este punto, el lector puede preguntarse, ¿cómo solucionar esta tensión interior?. Aunque no es fácil resolver estas cuestiones, sí pretendemos aportar algunas sugerencias: Primero, corresponde al empresario velar por unas condiciones óptimas de salud hacia el trabajador. En próximas entregas analizaremos esta primordial cuestión, tema de debate y polémica en la actualidad. De momento, incidiremos en el elemento estrés.

Segundo: El trabajador a nuestro juicio debe implicarse en los objetivos de la empresa. De no ser así , se producirá un distanciamiento que provoque el que ya no importe la calidad del cometido ni de su control, ni las anteriores mencionadas condiciones ambientales. Y por último, son los miembros de una empresa los que de una manera activa y participativa, deben formar parte de la solución de sus problemas. Aspectos como la información, comunicación y formación cobran un nuevo significado, ya que presuponen un plan sobre la organización del trabajo que afectaran tanto a los factores psíquicos como a los de calidad. Así pues, una tarea “bien hecha”, redundaría a nivel individual como un desbloqueador de problemas y a nivel individual, prestando un mejor servicio, que favorecerá el desarrollo económico de la empresa.

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