26 de noviembre de 2006

El accidente de trabajo




En el visionado de la excelente película “Lawrence de Arabia”, dirigida por David Lean, una frase se repite: “Nada está escrito”. Paradójicamente el protagonista, el coronel Lawrence, muere en un accidente de moto, en el inicio del film. ¿Realmente todo está escrito de antemano?. La vida en sí misma, es una paradoja y una ironía. Los antiguos griegos hablaban que existía un “algo” por encima de los dioses, el fatum, el destino.

En el tema que nos ocupa hoy, “el accidente de trabajo”, una idea parecida a lo descrito en el apartado anterior puede surgir. “El accidente pasó porque sí”, “De repente, el camión se me vino encima”, o “Tiene mal fario”, son frases comunes y habituales en los informes periciales.

Tolerancia cero a los accidentes laborales

Desde estas líneas, lanzamos una contrapropuesta: todo accidente laboral tiene una causa natural, por tanto científica y evitable. Y para adentrarnos en tal cuestión, debemos poseer una particular terminología. Al igual que un exigente profesor de cocina en un fatídico día de exámen demandará a sus aplicados alumnos, una concreta nomenclatura en la elaboración de una receta, nosotros al abordar el tema, haremos otro tanto. Así pues, rescataremos del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, dos términos, “Peligro” y “Riesgo”, para otorgarles un matíz algo peculiar. En una primera aproximación, nos conformaríamos con definir a “Peligro”, como todo lo que puede producir daño. Y a “Riesgo”, como la probabilidad de que ante un peligro se produzca un daño. Un cuchillo de cocina es un peligro. Deshuesar pechugas para la preparación de “Pollo a la Bali”, un riesgo. Obsérvese que al definir riesgo, utilizamos el término probabilidad, lo que sugiere cuantificación, medición, y por tanto, utilizar una disciplina científica que huye de todo lo “mágico”, las matemáticas.

¿Nos estamos alejando del tema?. En absoluto. Todo trabajador en el desempeño de sus funciones, está sometido a peligros y riesgos. Minimizando los riesgos, reduciríamos el peligro. ¡Atención!, ¡sí!, lo hemos escrito bien, nunca extinguiremos el peligro. El albañil que está en la séptima planta de un edificio en construcción, subido a un andamio, nunca alejará el peligro –esa es su profesión-, pero unas adecuadas medidas de seguridad en el trabajo, minimizará los riesgos. Y concretaremos aún más, en el 99% de los accidentes, no existe una sóla causa, sino muchas causas interrelacionadas. Desterremos por tanto, la visión simplista: “se le cayó la banqueta de la grua, porque los tornillos estaban flojos”. En una investigación pericial posterior, aflorarán diversas anomalías que constituirán factores intervinientes para el trágico desenlace. De hecho, los estudiosos en el tema, aluden que existen causas primarias que actúan como factores de un producto; si eliminamos una de ellas, se puede evitar el accidente. Es algo parecido al efecto de las fichas de dominó, la supresión de una sóla ficha, provoca que no se caigan las demás.

Veamos un ejemplo, Un ayudante de cocina se produce un corte en el dedo. Una investigación posterior revela, que se encuentra en un período de aprendizaje, y que en los instantes previos al accidente, notó que el cuchillo no se deslizaba adecuadamente. Y finalmente no atendió los consejos de su supervisor, cuando éste hizo la ronda habitual de los puestos de trabajo. Es evidente que si suprimimos algunas de estas causas primarias, la probabilidad de un accidente hubiera sido menor o incluso llegar a no producirse.
No nos contentemos con las frías estadísticas de los siniestros laborales, actuémos sobre las causas y minimicemos los riesgos.


MIGUEL GONZALEZ MEDINA
(Curso de cocina Forem, promoción 06-07)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy útil, si señor. Que verdad es que todos los días se aprende algo nuevo y, en este caso, bueno. Tendremos que aplicarnos el parche!

Juanjo