12 de febrero de 2007

KAIZEN



Si en algún momento de su vida están aburridos, asistan a un curso de dirección de empresas. Si como en nuestro caso, carecen de conocimientos previos, ¡mejor!, se enteraran de todo y finalizaran dando una ponencia. A estos cursos suelen ser invitados verdaderos expertos a nivel mundial. Son tipos altos, sonrosados, de cabellos plateados y frecuentemente con acento norteamericano. Dan saltos, brincos, se suben a la mesa, dejan en ridículo a los boquiabiertos alumnos y por último, de una carpeta roja, extraen una cartulina de tamaño A4, con la siguiente palabra impresa: KAIZEN. Tales cursos cuestan alrededor de 3000 €. Si siguen leyendo, se los van a ahorrar. ¿Por qué no invierten algunos euros en enviar a la Junta de Andalucía, para que incluyan la obtención del carnet de manipulador de alimentos en los cursos de cocina? Pero eso, es otra historia; volvamos a la nuestra.

Los lectores más avispados se habrán percatado que kaizen es un término japonés. Y si alguien afina un poco más, proclamará que su origen proviene de la cultura empresarial japonesa. ¿Acaso es gratuita tal distinción? En primer lugar, no es nuestra intención de caer en la fácil tentación de explicar toda una cultura milenaria a través de un solo término. Y, se trata de una palabra,- posteriormente analizaremos si el concepto-, surgida a partir de la 2ª guerra mundial en Japón. Kaizen, envolvería así, no sólo a un término, sino a una filosofía referente a la productividad de una nación que pretende resurgir de sus propias “cenizas”. Una posible traducción de Kaizen es “mejoramiento continuo”, mejorar día a día. Nótese que en sí mismo, este concepto nos lleva a huir de los cambios radicales. Se trata de mejorar poco a poco. Pongamos un ejemplo; aunque se trate de un tópico, no nos importe. Todos tenemos unos propósitos cuando se inicia un nuevo año. La mayoría se desvanecen en la segunda semana de enero. Si aplicásemos el concepto Kaizen, dando pequeños pasos, por mínimos que fueran, pero todos los días, y de forma continuada, lograríamos el fin perseguido.

Algunos estudiosos, han determinado que fueron los norteamericanos, quienes introdujeron en Japón el concepto de Kaizen tras la contienda bélica. La idea no es descabellada, ya que fue el propio pueblo nipón, el que sufrió en sus propias carnes, -guerra del pacífico-, la acometida de la producción industrial americana. Si de algo puede presumir el imperio USA, es el de la mejora continuada en su industria. De lo anterior se deduce que Kaizen, en nuestros días y aplicado a la productividad empresarial no es otra cosa que “ Calidad total “ o “mejoramiento continuo de la calidad”, aspectos esenciales de la industria de un país. Y sin embargo aún nos resistimos. De hecho, el término resistir en la cultura japonesa sugiere connotaciones de fuerza interior, pero esa, es también otra historia…

¡Sí, nosotros pertenecemos al clan de los que resisten! Y nos resistimos para inferir que Kaizen es un concepto impregnado de ancestral historia nipona. ¡Veámoslo! El Funakoshi de la primera época, cuando escribe “Jutsu”, en 1925 y no el posterior del “Kyohan”, mantiene en la citada primera obra, referencias a tradiciones milenarias, de indudables influencias chinas, el concepto de esfuerzo continuado, a través de un aprendizaje que se prolonga a lo largo de una vida. Miyamoto Musáchi, en “El libro de los Cinco Anillos” (1.643), alude a la perseverancia y al continuo aprendizaje, nunca fruto de un solo esfuerzo. Musachi, por el contrario, introduce un nuevo concepto, y es el de que cada individuo, en la consecución de sus objetivos, proponga un ritmo a su medida. Finalmente, alguien podría cuestionarse, ¿y en esa mejora continua, cuando parar? La respuesta la obtenemos en la obra de Shigeo Nakazato, que refiere: “kannin ni atainasi”: “el espíritu de la paciencia es invalorable”.


Por Miguel González Medina.